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Arbitraje de consumo para resolver disputas sin ir a juicio

El arbitraje de consumo es un sistema extrajudicial de resolución de conflictos. Permite resolver las reclamaciones que surgen entre consumidores o usuarios y empresarios. Te lo detallamos en este artículo.

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En el complejo mundo del consumo, los desacuerdos entre consumidores y empresas son más comunes de lo que pensamos. Afortunadamente, existe una herramienta eficaz, rápida y justa para poner fin a estos conflictos sin la necesidad de recurrir a los largos y costosos procesos judiciales: el arbitraje de consumo .

¿Qué es el Arbitraje de Consumo?

El arbitraje de consumo es un sistema extrajudicial de resolución de conflictos . Esto significa que es un camino alternativo a los tribunales de justicia, diseñado específicamente para solucionar las reclamaciones que surgen entre consumidores o usuarios y empresarios . En esencia, cuando un consumidor tiene un problema con una empresa, en lugar de demandarla en un juzgado, puede optar por este sistema.

Imagina que compras un electrodoméstico que funciona mal desde el primer día, o que contratas un servicio que no cumple lo prometido. En estos casos, puedes presentar una reclamación a la empresa. Si no llegáis a un acuerdo, ahí es donde entra en juego el arbitraje de consumo. Es un proceso donde un tercero imparcial, conocido como árbitro o colegio arbitral, actúa como mediador y juez al mismo tiempo, escuchando a ambas partes y dictando una resolución.

¿Cómo funciona el proceso de arbitraje de consumo?

El proceso de arbitraje de consumo está diseñado para ser sencillo y accesible. Aunque los detalles pueden variar ligeramente entre comunidades autónomas, los pasos generales son los siguientes:

  1. El consumidor, una vez agotadas las vías de reclamación directa con la empresa sin éxito, presenta una solicitud de arbitraje ante la Junta Arbitral de Consumo de su comunidad autónoma o localidad. Esta solicitud debe incluir una descripción detallada del problema, las pretensiones del consumidor (qué pide para resolver el conflicto) y la documentación relevante (facturas, contratos, correos electrónicos, etc.).

  2. La Junta Arbitral examina la solicitud . Si cumple con los requisitos, se notifica a la empresa para que se adhiera al arbitraje y presente sus alegaciones. Es fundamental que la empresa esté adherida al sistema arbitral de consumo o acepte someterse al arbitraje para ese caso concreto. Sin su consentimiento, el arbitraje no puede llevarse a cabo.

  3. Una vez que la empresa acepta, se fija una fecha para la audiencia arbitral. Esta audiencia es el corazón del proceso. En ella, ambas partes exponen sus argumentos y presentan las pruebas que consideren oportunas. A menudo, esta audiencia es presencial, aunque también puede realizarse por medios telemáticos. La presencia de abogados no es obligatoria, lo que simplifica y economiza el proceso.

  4. Durante la audiencia, el árbitro o el colegio arbitral intentará, en primer lugar, que las partes lleguen a un acuerdo por sí mismas a través de una mediación . Si se logra un acuerdo, se redacta y firma un documento que lo recoge. Si no hay acuerdo, el árbitro analizará toda la información y pruebas presentadas.

  5. Finalmente, el árbitro emite lo que se conoce como laudo arbitral . Este laudo es una resolución escrita y motivada que decide sobre el conflicto. Es comparable a una sentencia judicial y es de obligado cumplimiento para ambas partes. Esto significa que lo que el laudo determine debe ser acatado, tanto por el consumidor como por la empresa. El laudo tiene efecto de cosa juzgada, lo que impide que el mismo conflicto pueda ser planteado nuevamente ante los tribunales de justicia.

Ventajas de elegir el arbitraje de consumo

Las ventajas del arbitraje de consumo son múltiples y lo convierten en una opción muy atractiva para resolver disputas:

  1. Rapidez. A diferencia de los procesos judiciales que pueden alargarse durante años, el arbitraje de consumo es considerablemente más rápido. Los plazos suelen ser mucho más cortos, lo que permite una resolución ágil del conflicto y evita la incertidumbre y el desgaste emocional.

  2. Sencillez y Flexibilidad. El procedimiento es menos formal y técnico que un juicio. No se requiere la intervención de abogados ni procuradores, aunque las partes pueden acudir asistidas si lo desean. Esto simplifica la presentación de los argumentos y la comprensión del proceso. Además, se adapta a las particularidades de cada caso.

  3. Economía. En la mayoría de los casos, el arbitraje de consumo es gratuito para el consumidor. Las Juntas Arbitrales de Consumo son organismos públicos que facilitan este servicio. Los costes de peritajes o pruebas específicas, si fueran necesarios y las partes no llegaran a un acuerdo sobre quién los asume, se suelen prorratear. Esto representa un ahorro significativo en comparación con los gastos de un proceso judicial (tasas, honorarios de abogados, etc.).

  4. Eficacia y Obligatoriedad del Laudo. Como ya mencionamos, el laudo arbitral es vinculante y de obligado cumplimiento. Esto asegura que la decisión tomada por el árbitro se materialice y resuelva el conflicto de forma definitiva. Es decir, no es una mera recomendación, sino una resolución con fuerza legal.

  5. Imparcialidad. El árbitro o colegio arbitral está formado por profesionales independientes y expertos en derecho de consumo y en el sector de la reclamación. Su objetivo es actuar con total imparcialidad y objetividad, garantizando una decisión justa para ambas partes.

  6. Confidencialidad. A diferencia de los procesos judiciales que son públicos, las audiencias arbitrales suelen ser confidenciales, lo que puede ser beneficioso para la reputación de las empresas y la privacidad de los consumidores.

  7. Fomenta el Diálogo y el Acuerdo. El arbitraje, especialmente en la fase de mediación, incentiva a las partes a dialogar y buscar una solución amistosa. Muchas veces, el simple hecho de sentarse a hablar con un tercero imparcial ayuda a encontrar puntos en común que antes no se veían.

¿Cuándo recurrir o no al arbitraje de consumo?

El arbitraje de consumo es ideal para una amplia variedad de situaciones cotidianas. Puedes recurrir a él en casos de:

  • Defectos de fabricación, productos que no cumplen las características anunciadas, garantías no respetadas, etc. (ej. un móvil que falla, una nevera que no enfría).
  • Incumplimientos de contrato en servicios de telefonía, internet, energía, viajes, reparaciones, tintorerías, peluquerías, etc. (ej. una conexión a internet que no funciona, un viaje cancelado sin reembolso).
  • Errores en la factura, cargos indebidos (ej. una factura de luz excesiva).
  • Cuando un producto o servicio no se corresponde con lo anunciado.

Sin embargo, hay ciertas situaciones en las que el arbitraje de consumo no es aplicable . Generalmente, no se pueden someter a arbitraje asuntos relacionados con:

  • Lesiones, muerte o intoxicación.
  • Delitos.
  • Casos en los que exista fraude o falsedad.
  • Reclamaciones en las que la cuantía sea muy elevada o la complejidad del asunto requiera un proceso judicial especializado.
  • Reclamaciones sobre bienes o servicios que no estén destinados a un uso personal, familiar o doméstico (es decir, entre empresas).
Arbitraje de consumo para resolver disputas sin ir a juicio
Arbitraje de consumo

¿Cómo saber si una empresa está adherida al arbitraje de consumo?

Muchas empresas, reconociendo las ventajas de este sistema, se adhieren voluntariamente al Sistema Arbitral de Consumo. Esto significa que se comprometen de antemano a resolver cualquier conflicto con sus clientes a través de este cauce. Para saber si una empresa está adherida, puedes buscar un distintivo o logo que suelen exhibir en sus establecimientos, páginas web o documentos comerciales. También puedes consultarlo en la Junta Arbitral de Consumo de tu zona. Si una empresa no está adherida, aún puede aceptar someterse al arbitraje para un caso concreto, lo que se denomina "arbitraje ad hoc".

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