Tres oportunidades de negocio que el coronavirus ha hecho triunfar

A finales de 2019 al empresario Gunner Lysol le dieron un chivatazo: un contagioso virus se estaba descontrolando en la ciudad china de Wuhan y algunos expertos en la materia coincidían en la hipótesis de estar ante el epicentro de lo que podía ser una pandemia de alcance internacional. Por entonces, costaba creer en aquella conjetura. Pero Lysol, un tipo innovador en la industria química con la fabricación de productos desinfectantes, no tardó en movilizar a su equipo. Y pronto dio orden de multiplicar la producción de uno de sus mejores artículos: Surfacide Helios.

Se trata de una elegante torre giratoria equipada con laseres UVC que logran, mediante un uso automatizado, una desinfección 360 en cualquier tipo de habitáculo. No solo alcanza rincones de difícil acceso en comparación con la limpieza manual, sino que además tiene un poder desinfectante superior al convencional, logrando romper el ADN de las bacterias y virus de las superficies.

Así, el producto de Lysol pronto saltó de los hospitales, su lugar natural, a todo tipo de edificios y complejos: hoteles, polideportivos, oficinas, restaurantes, etc. Su apuesta valió la pena y gracias a esta tecnología vanguardista los ingresos de su compañía se multiplicaron por 3, 5 durante los siete primeros meses del 2020.

El caso de Susan Thompson fue más fortuito. Hace poco más de un año lanzó un producto inédito dirigido a las mujeres excursionistas y a las jóvenes que pasaban varios días en festivales de música: un orinal femenino portátil. Lo llamó «sanigirl». Pensó que sería una solución eficaz para que las mujeres pudiesen orinar de modo más higiénico y sin necesidad de buscar un sanitario.

Su idea contó con cierto éxito tras los primeros meses de comercialización, pero la cancelación de los conciertos y las ferias musicales tras el primer brote de coronavirus en marzo apagó su crecimiento empresarial, sufriendo una caída de las ventas de un 60% en el primer cuatrimestre del año.

Lejos de desmoralizarse, Susan Thompson dio un giro a su estrategia de marketing y, ante el nuevo escenario social, orientó su «sanigirl» hacia las mujeres preocupadas por la higiene en los aseos públicos. La decisión no pudo ser más acertada. Entre los meses de mayo y junio logró una facturación equivalente a todas las ventas del año 2019.

Por su parte, los emprendedores Denis Mars y Simon Ratner lanzaron la tecnología Proxy hace ya cuatro años. Si bien el crecimiento de su compañía fue progresivo y estable durante su primer trienio de vida, la crisis mundial del coronavirus ha disparado sus cifras.

Ambos proyectaron este sistema capaz de crear una identidad digital para cada usuario con el fin de abrir puertas, llamar a ascensores o desbloquear cajones y archivos sin necesidad de tocarlos. Jamás pensaron que una pandemia sanitaria catapultaría su producto en apenas unos meses, pues su idea original respondía más a una necesidad de seguridad por identidad personal que por salud pública.

La tecnología Proxy puede instalarse fácilmente en todo tipo de oficinas, institutos, colegios y edificios públicos, y ser utilizada por infinitos usuarios. Además, una de sus ventajas es que permite reconocer mediante un sistema de memoria las personas con las que un usuario ha estado compartiendo habitáculo, una información realmente útil para detectar posibles afectados en un mismo entorno.